Spojte sa s rytmom života
Ježiš García Blanca
Existuje spojenie vibračných vĺn, ktoré spájajú živé bytosti s planétou. Synchronizácia vašej osobnej frekvencie stimuluje vaše schopnosti.
Gaia je hviezdne lono, ktoré nás víta, vyživuje a umožňuje naše zdravie. Rovnakým spôsobom je každá živá bytosť - ľudská bytosť medzi nimi - životne dôležitým ekosystémom pre ďalšie menšie druhy.
Všetci sme teda spojení zložitými väzbami vzájomnej závislosti. Niektoré veľmi zrejmé, ako napríklad kyslík, ktorý niektoré druhy uvoľňujú a iné prijímajú, alebo voda, ktorá na planéte je domovom rýb, obojživelníkov a iných živých bytostí, a v mnohobunkových formách predstavuje náš vnútorný oceán, životne dôležitú mikrogáliu pre bunky a mikroorganizmy.
Všetko živé je spojené s planétou
Existuje však jemnejšie, ale rovnako dôležité spojenie: tlkot srdca Gaia , neviditeľné spojenie vibračných vĺn, ktoré spájajú všetky živé bytosti s planétou.
Stále nepochopené experimenty, ktoré veľký vynálezca Nikola Tesla uskutočnil vo svojom laboratóriu Wardenclyffe, ho priviedli k záveru, že Zem sa správa ako gigantický elektromagnet, ktorý dokáže prenášať informácie a energiu s malými stratami.
Na jeho objavy o možnosti voľnej energie sa pohodlne zabudlo, ale v priebehu štúdií Tesla vypočítal rezonanciu planéty na desať hertzov (vibrácie za sekundu).
Slovanský génius napísal: „Ak chcete nájsť tajomstvá vesmíru, premýšľajte o energii, frekvencii a vibráciách.“
Schumannova rezonancia
Cincuenta años después el físico alemán Winfried Otto Schumann precisó esa resonancia con la ayuda de un alumno suyo en 7,83 hercios.
Esa es la frecuencia de vibración que tormentas, relámpagos y otros fenómenos meteorológicos producen al agitar el electroimán terrestre haciendo que sus ondas resuenen en la cavidad formada por la ionosfera, una capa de átomos cargados eléctricamente como resultado de la radiación del sol y que envuelve la superficie de la Tierra a unos cien kilómetros de altura.
Quedaba así establecido lo que podríamos llamar el ritmo de la vida, una red de resonancia que conecta con los cerebros y la glándula pineal de todos los mamíferos armonizando su pulso vital y procurándoles condiciones de salud.
De hecho, cuando los primeros astronautas estadounidenses y soviéticos abandonaron la ionosfera comenzaron a tener problemas de salud que solo revirtieron al volver al regazo de la pulsación del planeta.
La importancia de permanecer conectados con el planeta
Posteriores experimentos comprobaron la necesidad de todos los seres vivos de permanecer conectados a esta pulsación: personas en el interior de un bunker aislado magnéticamente desarrollaban dolores de cabeza, falta de coordinación, disminución de la concentración y alteraciones del ritmo cardiaco; síntomas que remitían al utilizar un simulador de la resonancia Schumann.
Estos síntomas aparecen también en personas especialmente sensibles cuando se producen tormentas electromagnéticas solares.
Existen estudios que muestran las alteraciones que el cemento, el cableado de alta tensión, las torres de acero, las antenas de móviles y otras estructuras y materiales propios de los edificios modernos producen en la circulación de ondas del campo magnético natural, lo que explica la diferencia entre caminar por una gran ciudad y hacerlo en un entorno natural.
Las ondas cerebrales
A mediados del siglo XX, el psiquiatra alemán Hans Berger logró medir los impulsos eléctricos del encéfalo.
Investigaciones posteriores han ido completando el registro de todas las frecuencias cerebrales, cada una de las cuales está relacionada con estados psíquicos y neurológicos y por tanto con alteraciones y trastornos pero también con enormes posibilidades para la curación y la expansión de las capacidades mentales.
Las ondas gamma tienen frecuencias superiores a los 28 hercios y corresponden a estados de estrés y confusión.
Entre los 13 y los 28 hercios se sitúan las ondas beta, las más habituales en nuestra sociedad moderna y que corresponden a la ansiedad, la alerta y el miedo.
A continuación, las ondas alfa, que se sitúan entre los 7,5 y los 13 hercios, corresponden a los estados de relajación, tranquilidad, creatividad e integración cuerpo-mente.
Estados más avanzados de inspiración, meditación y plenitud se sitúan entre los 3,5 y los 7,5 hercios: son las ondas theta.
Y finalmente, las ondas delta, en un rango entre 0,2 y 3,5 hercios, que corresponden al sueño profundo, estados hipnóticos y meditación profunda.
Reducir la excitación cerebral
El alejamiento de la naturaleza, la falta de descanso y la convivencia con aparatos electrónicos nos mantiene en niveles altos de excitación cerebral.
Podemos reducirlos desde las ondas beta a las alfa o incluso más con ayuda de técnicas de relajación, músicas o sonidos, conseguiremos así estimular nuestra creatividad, reducir o eliminar la ansiedad, y aumentar el rendimiento mental y físico.